Empieza el nuevo curso y vuelven las viejas preguntas sobre la movilidad, los coches que se venderán en el futuro, que energía es la más idónea para esa transición energética que tenemos que recorrer, si hay que prohibir ya mismo los coches diésel, etc. etc. etc.

La verdad es que las preguntas son las mismas y la incertidumbre de las respuestas también.

Es evidente que las restricciones impuestas por la UE a las emisiones contaminantes de los vehículos, han producido y van a producir un incremento importante de la oferta de coches eléctricos. Las multas que están previstas para los fabricantes en caso de pasarse de los límites permitidos son muy importantes y eso ha llevado al aumento de la fabricación de estos vehículos. Está claro que cada coche de contaminación 0 (suponiendo que eso exista), compensa la contaminación de otros modelos. Por lo tanto, no es extrañar que veamos anunciadas novedades eléctricas de todas las marcas.

Pero la pregunta que hay que hacerse es si la demanda de estos automóviles va a ir en consonancia. Es decir, no está claro que haya tantos compradores de coches eléctricos como oferta de los mismos, al menos en España.

La situación económica no sólo no ha mejorado, si no que ha empeorado sustancialmente, y lo que de verdad ha aumentado de manera importante es la compra de coches de segunda mano de menos de 2.000 €. No hay que ser un lince para llegar a la conclusión de que ese tipo de coches no deben de ser los menos contaminantes.

Las inversiones en puntos de recarga se van produciendo, sobre todo las que están subvencionadas, pero aún hay mucha escasez de postes y sobre todo de posibilidad de instalar un poste para recarga nocturna, que es la barata. No olvidemos que tener una plaza de garaje no es lo habitual, sobre todo en las grandes ciudades.

El problema de la electricidad como única alternativa

Por otra parte, tampoco está tan claro que nuestra red pueda aguantar en este momento un aluvión de instalaciones de 100 KW o más, sin que sufra repercusiones en su funcionamiento. En algún foro he oído decir a representantes de las eléctricas, es verdad que no a voz en grito, que estamos muy acostumbrados a pulsar un botón y que siempre se encienda la luz, pero que detrás de esa obviedad hay muchos años de trabajo, esfuerzo e inversiones.

Hay que preguntarse si la energía eléctrica es la única alternativa, y la respuesta es claramente no. Hay energías de transición como el GAS o el GLP, que a medio plazo pueden ser muy eficientes y sobre todo hay que destacar los logros que las marcas de coches están consiguiendo en la fabricación de vehículos mucho menos contaminantes y el muy importante esfuerzo de petroleras para conseguir carburantes con menores emisiones, tanto en su etapa final de consumo, como en el proceso de fabricación, donde en muchas ocasiones, compiten actualmente con las emisiones producidas para generar energía eléctrica en muchos países.

La contaminación es una cuestión de todo el planeta y está bien que Europa sea la abanderada, pero como dice un amigo “los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía”

Si se prohíbe el uso del carbón en Europa y se ponen en funcionamiento millones de coches eléctricos en China con centrales eléctricas alimentadas de carbón, no creo que el resultado final sea el que hace falta. No olvidemos que la contaminación es una cuestión de todo el planeta y está bien que Europa sea la abanderada, pero como dice un amigo “los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía”.

Por lo tanto, seamos sensatos y tratemos de que el parque de automóviles sea menos contaminante tomando medidas fáciles y para todo el mundo. Subvencionemos también la compra de vehículos de combustión de última generación y precio asequible y bajaremos los niveles de contaminación, seguro que los podrá comprar mucha más gente que los eléctricos. Los vehículos híbridos también son una solución a corto plazo, sobre todo los híbridos enchufables, pero tropiezan con el mismo problema de recarga.

Finalmente, una reflexión que puede resultar ingenua, si los niveles de contaminación que teníamos en los años ochenta y noventa, todavía eran aceptables, porqué no tratamos de volver a ellos de la manera más rápida posible sin olvidar sentar las bases para un inmediato futuro libre de emisiones.

Otro día hablamos de la economía del hidrógeno.

Víctor García Nebreda, secretario general de AEESCAM.