hemos vuelto casi todos tras el paréntesis estival y el aire de Madrid empieza a sufrir el «síndrome postvacacional». El gobierno de Martínez-Almeida se pone manos a la obra para ahuyentar los fantasmas que vienen del más allá de nuestras fronteras, de la UE, y que amenazan con fuertes sanciones a España, si no se rebajan los índices de contaminación en Madrid y en otras ciudades, como Barcelona y Granada. El Ayuntamiento de la capital se enfrenta a la contaminación producida por los dos millones y medio de vehículos que cada día circulan por sus calles, las más de 500 calderas de carbón y las 5.000 de gasóleo. Revisará Madrid Central, siempre bajo la espada de Damocles de que cualquier modificación no eleve los niveles de polución, mientras que también pretende revisar algunos aspectos del reciente Plan de Calidad del Aire y los protocolos de actuación en los episodios de alta contaminación.

El gobierno municipal ya trabaja bajo presión de la UE, que no solo urge a reducir la emisión de contaminantes, sino que no está dispuesta a permitir que el nuevo ejecutivo recule en la aplicación de Madrid Central, por entender que es una medida indispensable para mejorar el medio ambiente en una zona altamente sensible de la capital. Frente a esta exigencia, el alcalde tiene que dar respuesta a su promesa electoral de anular el proyecto puesto en marcha por su antecesora, Manuela Carmena.

Ya ha fracasado en la primera intentona de «suavizar» el impacto social de Madrid Central, paralizando la aplicación de las sanciones impuestas por su incumplimiento. Los jueces no consintieron esta decisión y, ahora, se barajan distintas alternativas: reducir el área afectada por esta APR; que su aplicación no sea permanente, sino en función de las exigencias de la calidad del aire en cada momento; que el horario no abarque las 24 horas del día, sino que se aplique en los horarios de mayor densidad circulatoria, o ampliar el número de permisos expedidos a distintos colectivos para que puedan transitar libremente. La filosofía es minimizar el impacto de Madrid Central en la movilidad cotidiana de los ciudadanos.

Si se consiguiera dar con una fórmula para cumplir este objetivo, el gobierno municipal podría declarar nuevas APRs en otros puntos de la ciudad, con el fin de mejorar la calidad del aire en términos generales y no en un área concreta.
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