El trabajo de Manuel Moreno Franco, consultor de centros comerciales, le obliga a recorrer media España con frecuencia. Suele hacerlo a los mandos de su propio vehículo, con el que realiza una media de 80.000 kilómetros al año. Necesitaba cambiar de coche y hace justo un año se enfrentó al dilema: ¿Cuál compro? ¿Uno de gasoil? ¿De gasolina? ¿O quizá uno eléctrico? Al final, ni uno ni otro. Se decantó por un híbrido, un Toyota cuyo motor combina la batería eléctrica autorrecargable con la gasolina. «Si llega a ser hoy, me compro uno de gasoil», confiesa. No porque no esté contento con su elección, al revés, sino porque los mensajes oficiales sobre la próxima prohibición de los coches diésel se han flexibilizado. Ese temor fue el que lo llevó a decantarse por un híbrido.

Moreno explica: «Sí, tuve ese debate, pero no puedes estar lanzándole un mensaje a la gente y cambiarlo a los tres meses. Es un coche que necesito para trabajar y no podía permitirme que en el 2030 no pudiese circular con un diésel por Madrid. Me matan». Antes de tomar la decisión, «estuve probando coches diésel y las motorizaciones son espectaculares, no tienen nada que envidiarle a los de gasolina».

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