Según los datos de la Asociación Europea de Constructores de Automóviles (ACEA), las emisiones de CO2 han aumentado en el año 2018 un 1,8% con respecto al 2017.

En este período las ventas de coches diésel pasaron del 44% al 35,9%. Si tomamos el período 2015-2018, las ventas de vehículos fueron las siguientes:

  • Diésel pasó de un 51,5 % a un 35,9%
  • Gasolina de un 44,2% a un 56,7%
  • Vehículos de energías alternativas 7,4%

Según la auditora Jato Dynamics, especialista del sector, el aumento de las emisiones se debe al trasvase de ventas de vehículos diésel a gasolina. La Agencia Europea de Medioambiente ha publicado recientemente que la menor venta de coches de gasóleo aumenta las emisiones de CO2.

Estos datos sólo demuestran una cosa, que cuando los fabricantes europeos de coches apostaron por los motores diésel, acordémonos de la crisis del agujero de la capa de ozono, tuvieron razón.
Sin embargo, no contemplaron otros tipos de contaminaciones que esos coches producían, como son las partículas y los nitrógenos oxigenados, que son especialmente peligrosas para la salud. Hoy en día estos coches incorporan filtros de partículas que eliminan el 98% de ellas y desde la entrada en vigor del Euro 6, llevan depósitos de AD BLUE que descomponen los NOX y se equiparan a los de gasolina.

Por lo tanto, podemos llegar a una conclusión, los coches viejos de gasóleo emiten menos emisiones de CO2 que los viejos de gasolina, pero son más peligrosos para la salud, y los coches nuevos de gasóleo siguen emitiendo menos emisiones de CO2 que los nuevos de gasolina, pero se equiparan a estos en las otras contaminaciones.

Si a lo dicho anteriormente añadimos que, tanto en el caso de los vehículos de gasóleo como los de gasolina, la reducción de las emisiones de un vehículo de 10 años de antigüedad a uno actual es del 80%, concluiremos que lo que de verdad es peligroso tanto para la salud, como para la atmósfera, es que sigan circulando vehículos viejos por nuestras calles y carreteras.

Viene todo esto a cuento, porque es evidente que tenemos un problema y hay que rebajar las emisiones de gases de efecto invernadero, no sólo producidas por los tubos de escape de los coches, y conviene tomar medidas que sean efectivas y además en un plazo de tiempo corto.

Es posible que a medio-largo plazo los coches eléctricos, bien de baterías o de pilas de combustible, sustituyan a los de combustión, pero hoy en día se está muy lejos de ello. Quizá sea por el alto precio que tienen, o porque sus prestaciones aún quedan lejos de sus competidores, o porque su obsolescencia es rápida y se supone que el modelo siguiente será sustancialmente mejor. En todo caso, lo más urgente es que los coches viejos desaparezcan y para eso es necesario un programa de ayudas para hacerlo posible.

La mayor parte de la población no puede permitirse comprar un coche eléctrico en la actualidad, pero con una política adecuada si se puede rejuvenecer de forma importante el parque automovilístico de nuestro país.

Sería una buena manera de empezar a colaborar para paliar el cambio climático y de paso mejorar la seguridad vial.

Víctor García Nebreda, secretario general de Aeescam