La covid-19 ha sido un factor añadido a los desafíos que afrontaba la industria del motor. Las políticas orientadas a la reducción de emisiones de CO2, y especialmente las restricciones de circulación de coches con motores de combustión en las grandes ciudades, ya afectaban a la demanda de vehículos, sobre todo a los diésel. El automóvil se encontraba en un proceso de transformación hacia el coche eléctrico, la digitalización y la movilidad sostenible y la irrupción del virus ha aumentado la velocidad de los cambios en un sector que supone el 10% del PIB español y genera 1,8 millones de empleos directos e indirectos.

Entre marzo y mayo la producción automovilística se derrumbó un 81,7% a causa de la pandemia. Para afrontar esta caída, las grandes firmas han diseñado planes de ajuste que les permitan adaptarse al nuevo ecosistema. La transformación del sector se acelerará ahora, asegura Josep Maria Recasens, directivo de Seat en España. Y lo hará en una doble dirección: “Se reforzará la conciencia medioambiental y habrá una apuesta clara por el coche eléctrico”. Para alcanzar estas metas, Seat anunció el 8 de julio una inversión de 5.000 millones de euros en seis años que irá destinada a fabricar un modelo eléctrico en España.

La covid-19 no solo acelera la transición verde. Mientras unos han percibido la oportunidad de dar un acelerón en esa metamorfosis, otros se han visto obligados a duros procesos de reestructuración.

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