El comisario europeo de Fiscalidad, Algirdas Semeta, ha rechazado que la propuesta del Ejecutivo comunitario para equiparar los impuestos a los carburantes a partir de 2023 tenga un impacto negativo para el parqué de coches diésel en Europa.

"La evaluación de impacto que acompaña a la propuesta, muestra que la revisión de la directiva no haría más que estabilizar la cuota del mercado del diésel más o menos en el 60% en 2030 frente a un aumento del 64% si no se adopta la revisión", ha explicado el comisario en respuesta a una pregunta parlamentaria del eurodiputado de CiU, Ramón Tremosa, que increpó al Ejecutivo comunitario sobre esta cuestión por su temor a un posible debilitamiento de la posición competitiva de la industria europea a nivel mundial, teniendo en cuenta que es líder en tecnología diésel avanzada.

Semeta ha avanzado que "se espera que sigan creciendo las ventas totales de automóviles diésel" ante las previsiones que maneja el Ejecutivo comunitario de que el parqué total de coches en la UE siga creciendo en su conjunto "de aquí a 2030".

"Así pues, la directiva revisada se limitaría a ralentizar la tendencia hacia una mayor 'dieselización' del parqué automovilístico europeo, pero ni la revertiría ni repercutiría negativamente en la viabilidad de la industria europea del automóvil", ha insistido el comisario.

Además el Ejecutivo comunitario justificado que "el tipo impositivo aplicable al contenido de energía de los carburantes e automoción no entraría en vigor hasta 2023" por lo que tanto la industria como los consumidores tienen "tiempo suficiente" para la adaptación.

Según la propuesta de Bruselas, el principio de equivalencia se aplicaría a todos los productos energéticos y exigiría fijar tipos impositivos únicos para el mismo uso de combustible, de manera que habría un tipo para gravar el consumo energético general y otro para las emisiones de CO2. En todo caso, los Estados miembros mantendrán "un gran margen de flexibilidad" para fijar ambos por encima del tipo mínimo.