La reforma laboral ha salido adelante, al menos de momento, pero en una escena de infarto y además rocambolesca: ha sido el error en la votación telemática de un diputado del PP lo que ha permitido al Gobierno salvar la votación por la mínima, 175 a 174. La mayoría, aunque ajustada, que el Gobierno parecía tener la víspera se ha roto después de que los dos diputados de Unión del Pueblo Navarro (UPN) se rebelasen contra las instrucciones de su partido de apoyar la reforma y votasen no. La tensión ha ido a más cuando la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, al anunciar el resultado, ha dicho que el decreto quedaba “derogado”, porque los letrados, en otro error, así se lo hicieron constar. Ha habido unos segundos de desconcierto en las filas del Gobierno, mientras la euforia estallaba en los escaños de la derecha ante lo que parecía su victoria. Batet ha corregido rápido y la euforia ha cambiado de bando, con los dos grupos del Ejecutivo unidos en una estruendosa ovación, acompañado por los miembros de Unidas Podemos con el cántico de “sí, se puede”.

Al momento, ha salido el PP a pedir a la Mesa que subsanase un “error informático”, explicado después: su diputado Alberto Casero usó el voto telemático y este se contabilizó como un sí, aunque los populares sostienen que la equivocación no ha sido de su parlamentario, sino del sistema de registro telemático de la Cámara. Batet ha rechazado sus protestas en primera instancia y el PP ha abandonado el hemiciclo entre gritos de “tongo”. Su líder, Pablo Casado, que no ha asistido al pleno, ha anunciado en Twitter que está dispuesto a llegar hasta el Tribunal Constitucional.

La insólita escena ha sido la culminación de varias semanas de incertidumbre y ha permitido al Gobierno salvar del modo más inimaginable uno de los grandes proyectos de la legislatura. O al menos de momento, porque el PP ya anuncia batalla para anular la votación.

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