Con los carburantes disparando el coste de la vida en España, el oráculo internacional no puede ser más adverso. Aunque el precio del petróleo ya ha escalado un 30% este verano, los análisis apuntan a un endurecimiento aún mayor del mercado, lastrado por una demanda insatisfecha. Los combustibles fósiles seguirán arrastrando en su ascensión a la economía global, pelele de sus vaivenes. Una tóxica relación de dependencia que, según los productores, no se va a romper en un futuro cercano.

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