La apuesta es firme. El conocido como hidrógeno verde, único de verdad limpio por producirse a partir de fuentes renovables, tendrá cada vez más peso en el mix energético global. Es el que menos agua consume, entre otros beneficios, sin embargo, su despliegue sigue sin alcanzar el ritmo deseado. Y desde luego el tiempo apremia, porque el fin de las reservas de combustibles fósiles está escrito.

Pero la fuerza de la costumbre pesa, como atestigua un informe de Hydrogen Council con este dato comparativo: la inversión en este vector energético para 2030 se quedará por debajo del 15% de lo destinado a exploración y producción de petróleo y gas en la última década. “Llevamos 17 siglos usando combustibles fósiles, no lo olvidemos. Hay que ser realistas y centrarnos en el objetivo fijado a seis años vista para luego ir escalándolo durante una o dos décadas más. Se trata de construir todo un ecosistema nuevo y eso lleva su tiempo”, opina Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno.

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