La fiscalidad ocupa un lugar destacado entre las incógnitas que plantea la penetración del vehículo eléctrico. De momento, el Estado recauda anualmente de 10.500 a 11.000 millones de euros del Impuesto de hidrocarburos sobre gasolinas y gasóleos que desaparecerán si se cumplen las metas ambientales y los motores de combustión interna dejan de circular por las carreteras. Con una penetración de eléctricos del 10% sobre un parque de 25 millones de coches, y considerando todos los impuestos, la merma ya supera los 1.400 millones al año.

A pesar de su importancia, el efecto fiscal de la electrificación del transporte está muy poco estudiado, pero el último número de la revista Economía Industrial, publicada por el Ministerio dirigido por Reyes Maroto, arroja un poco de luz al analizar los tributos sobre los vehículos de combustión interna y los eléctricos, junto con su evolución en un escenario de penetración relevante de los segundos.

Ahora comparten los tributos que se cargan sobre los automóviles, el de Matriculación y el de Circulación, así como el IVA, mientras que luego tienen su imposición particular al tipo de energía que consumen: sobre gasolinas y gasóleos se aplica el Impuesto de hidrocarburos, mientras que sobre la electricidad recae el Impuesto de la electricidad y otros impuestos, como el del 7% a la generación.
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