Las elecciones municipales y autonómicas celebradas el pasado domingo parecían un buen momento para dirimir cuestiones que llevan tiempo en la agenda pública pero que no terminaban de insertarse en el debate ciudadano, salvo en pequeñas dosis. Las grandes urbes tienen en su 'debe' resolver los múltiples problemas derivados de su crecimiento territorial o poblacional, y el 28M parecía el momento de tratarlas, pero no encontraron su hueco en las discusiones de campaña.

Cuestiones como la calidad del aire, los modelos de movilidad, el diseño urbanístico o el cuidado del medio ambiente no han tenido apenas hueco en las semanas previas a los comicios. Bruselas está exigiendo renovar normativas, adaptarse a la nueva realidad climática o trasponer cientos de normas en materia de sostenibilidad que los tiempos políticos españoles no parecen dejar prosperar. Las grandes metrópolis, Madrid y Barcelona, siguen teniendo que resolver sus malos datos de contaminación, pero la respuesta a las multas millonarias impuestas por la Comisión Europea ha sido reclamar que sea más laxa con sus valores máximos.

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