Decir a dónde va a ir el precio del petróleo es exponerse siempre a hacer el ridículo. O a demostrar por la vía de los hechos la veracidad de la frase del economista keynesiano John Kenneth Galbraith: "Las predicciones en economía se han hecho para hacer que la astrología parezca respetable". Pero no deja de ser paradójico que, con respecto a Galbraith, otro keynesiano, el Nobel Paul Krugman, escribiera que "su reputación entre el público no parece haber sufrido a pesar de sus errores". El precio del petróleo sigue una dinámica que, según los expertos, no se ha roto, y que, en último término, se reduce a oferta y demanda. Si el crudo es caro, la inversión en producción sube, los consumidores compran menos, y la búsqueda de fuentes de energía alternativas aumenta, hasta que la demanda se frena o cae y, con ella, el precio. Entonces, la inversión cae, la producción deja de alcanzar el consumo, y los stocks se acumulan. Hasta que al final se bombea tan poco petróleo que el precio vuelve a subir. Y recomienza el ciclo.

Claro que la del petróleo es una industria intensiva en capital, en la que las inversiones llevan años. Así que, cuando los consumidores empiezan a consumir menos crudo, la producción todavía está aumentado. Y, a su vez, cuando la demanda repunta, la inversión es baja y la oferta tarda tiempo en cubrir las necesidades del mercado. Eso exacerba las subidas y bajadas. En principio, eso es lo que está pasando ahora. El jueves, la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que es la organización dependiente de la OCDE que actúa como think tank de los países industrializados importadores de crudo, revisó al alza su previsión de aumento de la demanda mundial para este año, de 1,5 a 1,6 millones de barriles diarios, fundamentalmente debido al aumento del consumo en Europa y EEUU. En julio, la cantidad de crudo almacenada en las economías industrializadas no aumentó, como suele ser habitual en ese mes, sino que se mantuvo estable. Ése es otro signo de que la demanda está arrancando. De hecho, el precio medio del barril de Brent, el crudo que se utiliza como referencia en Europa, es en lo que va de año de 52 dólares, un modesto, pero significativo 15% más que en 2016.

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